En Italia 1990, Camerún sorprendió desde el debut en Milán, San Siro: 1–0 a la campeona Argentina, impulso que proyectó a los Leones Indomables hasta cuartos, primera vez para África. Roger Milla, con goles decisivos y danzas en la bandera del córner, se volvió símbolo de irreverencia y oficio; además, la presión y el juego directo del equipo de Nepomniachi expusieron nuevas rutas competitivas. Finalmente, su campaña abrió puertas a generaciones africanas y reescribió el mapa mundialista.













