En 1974, en el Olímpico de Múnich, la selección de Países Bajos de Rinus Michels y Johan Cruyff desplegó fútbol total: presión alta, intercambio constante y salida limpia; en la final, obtuvo un penal sin que la RFA tocara el balón. Sin embargo, caería 2–1 y fue subcampeón. Además, la Naranja Mecánica fijó un estándar moderno que moldeó escuelas y clubes; por otro lado, elevó la idea del colectivo por encima del héroe. Finalmente, su huella táctica perdura en Europa por décadas.