Barcelona, 1982, estadio de Sarrià. Italia venció 3–2 a Brasil y Paolo Rossi firmó un hat‑trick que cambió el torneo. El equipo de Telê, de toque y fantasía, había encendido a la grada; sin embargo, la presión italiana y la eficacia del 9 desnudaron fragilidades. Además, el resultado eliminó al gran candidato y abrió la ruta azzurra hacia el título en Madrid. Por otro lado, aquel partido reavivó el debate sobre equilibrio y marca en la élite. Finalmente, Sarrià quedó como altar del gol oportunista.