El 31 de mayo de 2002, en Seúl, el Mundial Corea–Japón abrió con un cimbronazo: Senegal, debutante, venció 1-0 a la campeona Francia con gol de Papa Bouba Diop a los 30’. El equipo de Bruno Metsu, intenso y solidario, expuso la falta de gol de los Bleus sin Zidane. Además, ese triunfo impulsó la mejor cosecha africana en la fase de grupos. Francia, por otro lado, se despidió sin convertir; mientras tanto, Senegal avanzó por primera vez a cuartos.