En Alemania 2006, en el Olympiastadion de Berlín, Zinedine Zidane abrió la final con una panenka ante Italia y dejó el 1–0; sin embargo, su despedida quedó marcada por la expulsión tras el cabezazo a Materazzi en la prórroga. Finalmente, la Azzurra ganó por penales. Además, el 10 fue Balón de Oro del torneo y la doble postal resumió genio y límite. Por otro lado, el episodio reavivó debates sobre liderazgo y temperamento; mientras tanto, Francia perdió a su faro en el cierre.













